martes, 18 de febrero de 2014

Sidi Bou Said y Chefchaouen: dos hermanos separados


Ambos viven en el Norte de África, pero en países diferentes. Uno en Túnez, otro en Marruecos. Uno tiene a sus pies el luminoso Mediterráno;  el otro se enclava, a media altura, en plena cadena del Rif; el aire del mayor es algo más mundano, interior, con sus modestas viviendas de color tierra a las alrededores; el del pequeño es más refinado, anexo a una urbanización de lujo y un coqueto puerto deportivo; ambos presumen de su amplia historia y de su fantástico estado de conservación.

1456 kilómetros y casi un día entero de viaje en coche les separan, pero su sangre azul y blanca les hermana, haciéndolos tan semejantes a los ojos del ajeno como, en cierta manera, las naciones a las que pertenecen. Rivalizan, sin saberlo, en belleza y en atractivo, más aún cuando sus poderes son similares: la fuerza radiante de sus colores, tan intensos que llegan a hacer daño a la vista en un día soleado; sus labradas puertas de color azul; la calma que se respira al pasear por sus cuidadísimos y pequeños cascos históricos; sus escaleras empinadas e irregulares, sus callejones, sus cuestas; la calma relativa de sus inevitables zocos. Son un oasis de paz y tranquilidad en sus respectivos y caóticos países, su nota discordante y, sin embargo, posiblemente la más hermosa.

Son Sidi Bou Said, en Túnez, y Chefchaouen, en Marruecos.

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