lunes, 15 de octubre de 2012

Reflexiones de un viajero


El ser humano tiene una extraña facilidad para engancharse, para volverse adicto a cualquier cosa y en cualquier ámbito. Puede ser al tabaco, al alcohol, al sexo, a la comida, al deporte o al trabajo; o a una persona, a tu grupo de amigos o a tu familia; o a una costumbre, una manía... Todos nosotros somos adictos a algo, y yo no iba a ser una excepción.



Por fortuna mi ‘droga’ es relativamente sana, aunque por desgracia no resulta económica: mi droga son los viajes. Me enganché alrededor de los 20 años y desde entonces no he parado de hacer la maleta siempre que el tiempo, el dinero y las circunstancias me lo han permitido. 


Podría daros mil y un motivos por los cuales me apasiona salir de casa y conocer otros lugares, pero como no voy a escribir ‘El Quijote’ intentaré ser breve para explicar qué es lo que muchísimo que me aporta viajar.


En primer lugar supone alejarse de la rutina y desconectar totalmente de ella para vivir días diferentes, únicos, que perduran en la memoria para siempre. A veces siento que podría cambiar 24 horas plenas por un mes de mi vida, así de intenso es un viaje para mi. Siempre se ven sitios nuevos, lugares diferentes, siempre hay un espacio para la sorpresa por mucho que creas que lo has visto todo. 


Por otra parte, viajando generalmente se hace vida sana: mucho aire libre, mucha caminata, mucho espacio para la relajación mental... e incluso física en el caso de los que se tomen su tiempo fuera de una manera más calmada: dormir hasta las 11, desayunar con pachorra, dar una vuelta, comer con tranquilidad, dar otra vuelta... No es mi caso, pues suelo llegar al hotel reventado de lo intenso que ha sido el día y caigo dormido como un bendito. Siempre he sido un poco ‘matao’ del ansia que tengo por ver más y más cosas en cada viaje, aunque en los últimos años por fortuna he aprendido a compaginar mucho mejor aventura y descanso.


En un viaje la diversión suele ser, además, bestial. Viendo lugares insólitos -por bonitos, por diferentes, por sorprendentes-, viviendo experiencias imposibles de disfrutar en tu ciudad de origen, pasando por multitud de anécdotas, relajándote mental y físicamente, conociendo gente nueva, compartiendo momentos con tus compañeros de escapada.. y llevándote además un recuerdo agradable (en la mayoría de las ocasiones, todo el mundo ha tenido más de un ‘viaje desastre’) para el resto de tus días.


Y, por último -y no por ello menos importante-, viajar sirve para aprender. No solo escultura, arquitectura o pintura, que también. Aprendes, para empezar, en el plano personal: aprendes de ti mismo, de tus reacciones, de cómo eres; te sirve para madurar, para mejorar, para saber desenvolverte mejor en el mundo; aprendes de los demás, tanto de los que viajan contigo como de la gente a la que conoces en tu viaje; te empapas de una cultura, sea regional, nacional o continental; comprendes mejor el mundo, te vuelves más inquieto, más tolerante, más culto. Y todo ello de una manera que no puede ser más divertida, generando endorfinas constantemente a base de risas, vida sana y tiempo libre. 


Viajar es, en definitiva, la mejor manera de compaginar diversión y aprendizaje mientras vives experiencias únicas. Por eso soy un adicto, y por eso quiero seguir viajando mientras mis fuerzas lo permitan.

2 comentarios:

  1. Hola!! Voy a ser la primera en comentar, qué ilusión! solo quería decirte que me alegro un montón de que por fin te hayas decidido a dar el paso de publicar toda la sabiduría acumulada en tus cientos de viajes y los compartas con los que no viajamos tanto para que así podamos conocer, a través de tí, un poquito más de esos mundos. Estaré atenta.

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  2. Hola!Muchas gracias por comentar, me alegro de que seas la primera de las millones de personas que van a comentar en este post. Está bien, más allá de que me suelte un rollaco en cada entrada, que se puedan escribir otras opiniones y que se pueda conocer así el punto de vista de los demás sobre los diferentes viajes. Por cierto, ¡te has pasado con lo de "sabiduría"! Que no soy tan viejo... Eso sí, intento viajar más que el baúl de la Piquer...

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